martes, 3 de mayo de 2011

Desde los pueblos vecinos, en bicicleta.


La contemplación de esta foto me ha devuelto, como sin querer, a mis años de estudiante en el Instituto laboral “Onésimo Redondo” de Peñaranda de Bracamonte.
Un grupo de alumnos, que cursaban algún nivel superior al mío, rodean a doña María Anuncia, la exigente profesora de matemáticas. Posan para el fotógrafo sobre el escenario del salón de actos del Centro, ufanos con el éxito logrado por la representación de la obra de teatro, que hace tan sólo un momento acaban de protagonizar, como atestigua el decorado que aparece de fondo.
En el instituto hay una fiesta. Este día no se imparten clases. Es un día de celebración. Las carteras con los libros, cuadernos, plumas, lapiceros, estuches de dibujo… han quedado en casa. ¡¿Quién se acuerda de ellos?!
Reconozco a todos los compañeros que aparecen en esta instantánea -con unos me he relacionado más que con otros-, por lo que puedo afirmar que sólo cuatro o cinco son de Peñaranda. Los demás, la mayoría, proceden de otras poblaciones limítrofes.
Ahora que se habla tanto de la falta de esfuerzo de nuestros estudiantes, ¡cuántas veces he puesto como ejemplo el que demostraban mis compañeros del instituto de los pueblos próximos a Peñaranda! Para asistir a clase, se desplazaban a diario en bicicleta, hiciera frío o calor, lloviese, nevase o soplase el viento. Desde Ventosa, Aldeaseca, Cantaracillo, Bóveda... Permanecían toda la jornada en el Centro y regresaban, una vez concluidas las clases de la tarde a sus localidades, muchas de las veces de noche. Todo esto suponía una clara desventaja respecto a los que vivíamos en Peñaranda: madrugaban más, empleaban varias horas en su desplazamiento, padecían las inclemencias del tiempo... ¡Aún me acuerdo del aparcamiento de bicis en que se transformaba el patio del instituto! También, tengo grabado el aspecto que presentaban algunos de ellos cuando llegaban ateridos, medio congelados, con sus pasamontañas rígidos, cubiertos de escarcha  en aquellos días invernales, de niebla, hielo y frío. A pesar de todo -o tal vez por eso-, ¡la mayoría fueron buenos estudiantes!


Deseo que este recuerdo sea un pequeño homenaje a aquellos compañeros.

2 comentarios:

  1. Madre mía, "retrotraído". Si a alguno se le ocurre llamarme eso por la calle le doy una paliza :p

    Muy interesante y muy bien escrito, páter.

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que ahora nos quejamos de vicio y por tonterías y nos molesta hasta que llueva, con lo necesario que es. Cómo han cambiado los tiempos.

    ResponderEliminar