sábado, 16 de abril de 2011

En la escuela de párvulos

Un mes antes de cumplir los cinco años comenzó mi periplo escolar. Durante dos cursos estuve matriculado en la Escuela Nacional de Párvulos de Peñaranda de Bracamonte. Los recuerdos de aquella etapa los guardo en mi memoria en retazos, y cuando los voy extrayendo,  algunos se  muestran nítidos, otros son tan imprecisos que, para distinguir las imágenes que esconden, he de aclararlos salpicándolos con suposiciones e  imaginación.
     Rememoro el itinerario diario que recorría desde casa a la escuela: la calle Isabel la Católica, que arrancaba perpendicular al domicilio familiar; las paradas habituales en la fuente cercana al colegio, en la calle del Carmen.
     Las imágenes de mi estancia en aquella escuela parecen destellos desconexos y me cuesta ordenarlos. No obstante, puedo asegurar que pasé por tres aulas, cuya luz era diferente, como lo eran  las maestras, las tareas y las sensaciones que retengo de cada una de ellas. En la primera, con doña Tere, aprendí mis primeras letras. ¿Por qué son precisamente las vocales  las que con más insistencia acuden asociadas a este aula?  También allí aventuré los trazos iniciales, titubeantes, sobre la pizarra, que borraba compulsivamente, después de ensalivarlos, con el trapo que pendía del marquito de madera.

     Mi primer castigo, y el más severo de toda mi etapa como estudiante, me lo impuso la maestra de la segunda clase: permanecí un buen rato de rodillas, de cara a la pared, ¡con un paño polvoriento, utilizado para borrar el encerado, metido en mi boca!. Debió considerar una conducta muy reprobable el que un niño de cinco años llamase pellejo a un compañero de clase. Esta expresión la había escuchado frecuentemente en mi barrio.
     El aula de mi último curso era el más luminoso; con doña Aurora fui pasando por las diferentes cartillas  de lectura Rayas; esta maestra me enseñó a leer, a escribir y a resolver  cuentas de sumar y restar. Recuerdo la satisfacción que yo sentía cuando la buena señora anotaba una B sobre estas operaciones, especialmente si eran llevando.
     Y, ¡el recreo! Los días de tiempo desapacible nos reuníamos todos en una estancia amplia y cuadrada desde la que se accedía al resto de las dependencias. Que  fuera un lugar cerrado y albergase a tantos críos magnificaba el ruido que provocaban nuestros juegos, las carreras continuas y los incontrolados gritos. ¡Cuánto me divertía aquella zapatiesta! ¡Cómo anhelaba esos días! Me afectaba tanto el alboroto que se producía, que la excitación que me ocasionaba me acompañaba ya toda la jornada, lo que acarreaba a menudo llamadas de atención y más de una regañina.
     Sin embargo, el auténtico recreo era el patio de la escuela, al que salíamos la mayoría de los días para disfrutar de los períodos de descanso entre clases. Únicamente me quedan reminiscencias difuminadas de cómo llenábamos aquel tiempo. Salvo un episodio que se repetía a menudo y que lo protagonizaban unos chicos que nos parecían muy mayores, a los que se les apodaba Chocolateros. Desde el patio del colegio se divisaba la balconada trasera de su domicilio. Muchas mañanas, cuando todos los niños y niñas disfrutábamos del recreo, nos llamaban la atención mostrándonos unos muñecos que manipulaban a modo de títeres, y lograban que permaneciésemos pendientes de sus gestos, de sus actuaciones. De manera que en aquellas ocasiones que no aparecían en aquel mirador, todos los niños acabábamos reclamando su presencia y gritáramos:  ¡Chocolateros! ¡Chocolateros!
*. Foto superior "Alumnos de la clase de doña María, año 1953", aportada por Ángel Fernández Jaén en la página " Peñaranda de Bracamonte, fotos antiguas"

1 comentario:

  1. Quizás complemente bien la letra de "Chiquillada", de Leonardo Favio. Aquí queda.

    Pantalón cortito
    Bolsita de los recuerdos,
    Pantalón cortito
    Con un solo tirador.

    Con cinco medias hicimos la pelota,
    Y aquella misma siesta
    Perdimos por un gol,
    Una perrita que andaba abandonada
    Paso a ser la mascota
    Del cuadro que ganó.

    Pantalón cortito,
    Bolsita de los recuerdos,
    Pantalón cortito,
    Con un solo tirador

    Dice el abuelo que los días de brisa
    Los Ángeles chiquitos se vienen desde el sol
    Y bailotean prendidos al barrilete
    Flores del primer cielo, caña y papel color.

    Pantalón cortito,
    Bolsita de los recuerdos,
    Pantalón cortito,
    Con un solo tirador.

    Media galleta
    Rompiendo los bolsillos
    Palitos mojarreros,
    Saltitos de gorrión
    Los muchachitos de toda la manzana
    Cuando el sol esta que pela,
    Se van pa'l cañadon

    Pantalón cortito
    Bolsita de los recuerdos,
    Pantalón cortito,
    Con un solo tirador.

    Yo ya no entiendo,
    Que quieren los vecinos
    Uno nunca hace nada
    Y a cual mas rezongón,
    La calle es libre si queremos pasarla
    Corriendo tras del aro, llevando el andador.

    Pantalón cortito,
    Bolsita de los recuerdos
    Pantalón cortito
    Con un solo tirador.

    Bolita linda, ojito cristalino
    Te juro, no te entrego
    Aunque gane el matón
    Dos dientes de leche me costaste, bolita
    La soba de la vieja,
    Pero te tengo yo.

    Pantalón cortito
    Bolsita de los recuerdos
    Pantalón cortito,
    Con un solo tirador.

    Fiesta en los charcos
    Cuando para la lluvia
    Caracoles y ranas,
    Y niños a jugar
    El viento empuja,
    Botecito de diario
    Lindo haberlo vivido
    Para poderlo canta...

    Pantalón cortito,
    Bolsita de los recuerdos
    Pantalón cortito,
    Con un solo tirador.

    Chiquillada, chiquillada, chiquillada

    Pantalón cortito
    Bolsita de mis recuerdos,
    Pantalón cortito
    Con un solo tirador.

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